domingo, 11 de agosto de 2013

Resaca de incertidumbre

Tiempo de siesta y calor. Todo hay que vivirlo y es éste el que toca.
Tiempo tajante que marca las horas de luz a golpe de termómetro y gotas de sudor.
Tiempo de desbandada general, de desconcierto, de planes que hacer y que se cumplirán o no.
Tiempo de parada y cañas, de no saber quién está de vacaciones, cuando vuelve, ni qué hacer.
Tiempo de leer y crear sueños, imágenes confusas sobre la propia vida que no acaban de encajar.

...Y en este tiempo, tocó revivir el terror de las revisiones, las pruebas y las biopsias que nunca llegaron a hacerse porque ¡había desaparecido! Sí, sí...cinco centímetros se volatinizaron ante la atónita mirada del radiólogo. Mientras eso sucedía las piezas del tablero se resbalaron por el borde de la mesa, la partida dejó de tener sentido, el juego se volvió fácil: vivir o no vivir...tampoco es tan complejo. Claro que al elegir lo primero hay que elaborar unas nuevas reglas infinitamente más simples que las anteriores, algo así como una salida de la cárcel, un despertar, una ingenua puerta de cristales plantada delante de la cara para no esconder nada, pero nada de nada..."es mejor presentarse al desnudo que arriesgarte a que te desnuden cuando no lo esperas,  así no hay miedo, ni máscara", decía un entrañable italiano con el que compartí una caña hace unos días. Pues eso, sin nada que ocultar, ni siquiera el propio miedo. Total ¿para qué? en el fondo la única regla del juego viene a ser "haz lo que te de la gana", sí sí...desde el amor, pero hazlo...porque sin experimentar la vida resulta que cuando te encuentras en estado de pánico (conozco bien eso) lo único que pesa es el listado de cosas sin hacer...

Lo correcto, lo perfecto, lo normal, lo bueno....¿pero quién coño ha establecido los parámetros para definir esos palabros? Lo que se vive se aprende, lo que duerme en el cajón se estrella contra la mesilla y vuelve intolerante hasta la respiración. Lo que se instala en la zona de confort se pudre, pero podrido de no tener remedio, lo que se queda en el armario de lo conocido, de lo práctico carece de amor a la vida y sin eso ¿pa qué seguir? sin amor a la sorpresa de lo que puede cruzarse en la próxima esquina, a lo que llegará en el próximo envío de correo y besos, en la distancia infinita de lo posible/imposible...La certeza de que puede acontecer todo y nada en este instante, mezclado con la resaca de la incertidumbre (como diría mi tica favorita) que se despierta después del vino y que agiliza la búsqueda constante de un sentido que sólo está aquí y ahora latiendo bajo la piel, visible justo en el momento de tirar el tablero de juego por el balcón y quemar las reglas.

Sí, ha sido duro el verano, sí...menos mal que está servido el menú principal con la especialidad de mousse de sorpresas como plato estrella, eso y la risa lejana en el oído, y la cercana frente al mar, eso y la constatación de que hoy existe también...y que al dar se recibe, no hay otra norma...nada se pierde, todo se transforma...





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