domingo, 16 de septiembre de 2012

Cien entradas

Esta es la entrada número cien de este blog.
Tan sólo en veintisiete meses puede una vida girar en espiral hasta fundirse en su propio eje o expandirse al universo, eso nunca se sabe.
Es curiosa la capacidad de sintesis de la que hacemos alarde los humanos llegando incluso a resumir en un "regular" cuando nos preguntan  "¿cómo estás?" y no hay ganas de explicar nada, eso sí en la garganta se quedan las ganas de decir ¡hasta el mismisimo!
Eso es hasta que las manos se ponen solas en posición de jarra, movidas por un resorte desconocido y eficaz y de esa postura la voz solita toma nota y dice ¡ya está bien! Mire usted señor universo, o dios (o lo que sea que decía Eisntein que no jugaba a los dados con el universo) Ya vale de apretar, que somos criaturicas. 
Pero luego me miro (sirena y todo) y pienso que no me puedo quejar para como está el patio, porque hay gentes que no tienen esperanza, ni recursos, ni posibilidad de salir del atasco, otras que son intrinsecamente trepas condenadas al ostracismo eterno, otras que no tienen capacidad de amar, otras que no saben lo que es crecer,  otras que se envenenan la sangre, otras que te miran con cara de pena por la calle porque tienes un "remo" menos, otras que prefieren morirse antes que salir de la zona de confort y otras capaces de condenarse en vida al oscuro infierno (sin ventanas, esperanza, ni horizonte) de acomodarse a relaciones en las que no sienten nada: cómodas, vacías y sin pasión alguna (y sonríen como si los demás no nos diésemos cuenta de su autoengaño, porque hasta hay quien acepta "troll" por animal de compañía, yo lo he visto).
Así que no, no me puedo quejar, aunque tenga días oscuros, se que estamos en una época convulsa que nos tiene a todos con los ojos como platos y en alerta. No, no me puedo quejar porque hay quien con dos piernas camina mucho menos que yo con una por la vida, quien no afronta sino que huye sin aprender, hay quien renuncia a escuchar por miedo a reconocer que su vida no es como la diseñó y que no tiene valentía para afrontar un plan b, hay a quien se le acaba el mundo cuando se le mueve el jarrón de la entrada, hay quien huye de su propia honestidad y en lugar de sentir y hablar prefiere apagarse la luz y fingir una ridicula felicidad en la que cada orgasmo supone una arcada, pero allá cada cual con su propia estupidez. 
No, no me puedo quejar porque me gusta mi imagen en el espejo, porque Joseluis el otro día me dijo que estaba enfadado porque no podía entender mi entrada anterior (eso y lo del canalillo), porque cada día de esta semana uno, dos, tres y hasta cinco amigos me han dicho que me querían.
No, no me puedo quejar porque no tengo el gen hijodeputa (como dice una amiga) y es por eso que no los detecto fuera porque no los tengo dentro y caigo una y otra vez por eso.
No, no me puedo quejar porque me grabo discos de terapia y mientras los hago hay un momento en que me curo con una frase, una canción o un susurro.
No, no me puedo quejar porque Laia se sentó a mi lado, me sonrió durante el concierto y, debe ser que todavía mi faceta más adolescente está viva y esperanzada, porque lo recuerdo y me sale la voz "tonta".
No, no me puedo quejar porque estoy viva y por eso tengo subidas y bajadas y no el encefalograma plano.
No, no me puedo quejar porque hay quien me quiere tanto que me ha llamado atractiva e interesante  "porque se mezclan los ojos de dulce niña virgen con tu boca de perra caliente" y no es que me lo haya creído pero ha logrado hacerme reir.
Y sí me ha tocado una época dura, como a todo el mundo, ni más ni menos...pero sigo abogando por la pasión por vivir...la reivindico frente a la comodidad, frente a la oscuridad, frente a la mala baba y la mala follá.
Ya he parado mi semana de noche oscura del alma, me he lamido las heridas y puedo verme de nuevo con otros ojos, aun queda tarea pero confío... además los amigos son angeles capaces de casi cualquier cosa. Gracias, gracias, gracias


No hay comentarios:

Publicar un comentario