lunes, 12 de marzo de 2012

Y yo ¿pa qué digo ná...?

Hace unos años me reencontré con mi amiga Paca en un curso. Después de mil avatares vividos tuvimos una de esas conversaciones que demuestran que el tiempo es relativo y que no nos olvidamos de tener afinidad con quiénes comparten nuestras vidas, por mucho que los caminos se nos separen a ratos. Cuando le conté como me había ido en un determinado tema me dijo: "eso se veía venir", la miré extrañada y ella sóla se corrigió contándome este chiste: "Un hombre (de la Alpujarra para más datos) llega a su casa con un saco de melones al hombro, la mujer le pregunta que porqué viene así teniendo una mula. Él -malhumorado- le explica que por más que ponía los melones en un lado y otro de los serones de la mula se caían hacia ese lado. Ella le pregunta ¿y por qué no has puesto la mitad en cada lado? Y él le reprocha con aire de acusación: sentaíca que bien se piensa". Eso quería decirme Paca que "sentaíca que bien se piensa".
Es muy fácil ver desde fuera la solución a los problemas de otros, de hecho (como opinar es gratis) lo hacemos, porque con eso no corremos ni asumimos ningún riesgo. En algunas ocasiones nuestra opinión puede ser valiosa, pero sólo si está libre de juicios, de hecho opinar es un derecho fundamental que nos permite contrastar, analizar, aprender, cambiar el estado de las cosas y hasta crecer. Pero existe un farragoso momento  en el que cruzamos la línea que lo separa de juzgar ¡ya la hemos liao!, porque cuando juzgamos estamos limitando la capacidad de cambio, pero sobretodo porque ponemos en bandeja la justificación y -por muy absurda que sea ésta- nos quedamos tan panchos porque en la justificación está el cerrojo para entender lo que de verdad ha sucedido (la justificación del chiste no puede ser más ilustrativa).
A mí el médico me quitó de opinar hace un par de años, y la verdad es que me sentó muy bien ¿eh? lo que pasa es que luego me levantó la veda y ahí estoy otra vez...a pique de meter la pata cada dos por tres.
Es verdad que a veces confundimos el opinar con el juzgar, el paso intermedio es el bagaje de cada cual, sus prejuicios o su estado evolutivo. Ayer estuve en una "mani" y me dí cuenta de unas pocas cosas, cuando las expresé un amigo me dijo "se puede no estar de acuerdo con lo que dices ¿verdad?" y yo pensé: pues es verdad, igual las opiniones son más arriesgadas cuanta más carne has puesto en el asador, cuanto más de cerca lo has vivido, o cuanto más de tí sientes que han usado sin que te dieras cuenta. Así que más que opinar, juzgué...ahora me toca el caminito de quitarme el malrollo que me da el uso que han dado de mi buena intención, sin que eso me genere rencor y con eso ganas de juzgar...claro que hablando de política eso es dificil tal y como está el patio.

Y lo del vídeo...eternemente inocente...ea




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