miércoles, 28 de marzo de 2012

¡Sorpresa!


Tengo una cita pendiente para el 10 de junio con una de mis mejores amigas. La razón es que el año pasado nos preguntábamos, ese mismo día, cómo sería nuestras vidas en sólo un año. Por más videntes o evidentes que seamos...es absolutamente impredecible. Por más que tratemos de estructurar nuestras vidas, alinearlas, acomodarlas y hacerlas previsibles, nunca sabemos que nos acontecerá en el paso siguiente. 
Creemos que el amor que nos acompaña será eterno...pero resulta que un día deja de serlo; que el trabajo es fijo pero de repente cierran la empresa o una reforma laboral nos sitúa al borde mismo del abismo; creemos que ya sabemos cuáles son nuestros amigos hasta que un día se van a trabajar a la Conchinchina y -aunque sigue el especial vínculo con ellos- hay que cambiar la forma de sentirlos cerca; creemos estar en lo cierto sobre cualquier tema hasta que llega la realidad y nos lo desmonta; creemos en las encuestas hasta que los comicios ofrecen otro resultado, bien distinto; creemos que alguien es imprescindible hasta que deja de serlo y nos damos cuenta de que los realmente imprescindibles son los cimientos propios que nos sujetan a la tierra. 
Por más disciplina que impongamos a nuestra vida, los cambios aparecen...Es entonces cuando de verdad nos sirve lo aprendido, cuando remar se hace más fácil porque se sabe a donde ir y ¡cuchi usted! que a lo mejor no se trata de remar contracorriente, sino de buscar corrientes alternativas que nos lleven a nuestro puerto.
Las sorpresas son parte de la vida, las buenas y las malas, y evitarlas es imposible: las buenas porque son la sal que hace más apetecible el plato de lo cotidiano, las malas porque son el vinagre que nos activa las glándulas salivares y las vitales para saborear de otra manera lo que venga de bueno después.
Cada sorpresa nos cambia, nos sumerge en una acción determinada y nunca estamos del todo preparados para asumirlas...pero un día te encuentras aceptándolas y complementando el camino con ellas...y entonces crecemos como personas.
No es sano querer una vida sin sorpresas (aunque respeto esa actitud), pero hay que prepararse para entender que nada es inmutable...por tanto los momentos únicos son todos. Y éste también.  

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