sábado, 6 de septiembre de 2014

Hoy voy a empezar...

Hoy voy a empezar a construir...

A pique de arrancar el volante de mi coche, y con toda la piel erizada,  la sincronicidad constante con mi alter ego (versión abogada malagueña) me llevó a redescubrir el tema "Berlín" de Coque Malla hace pocas semanas. Un tema que, tiempo atrás, tarareé tantas veces con mi amigo Antonio (en esa oscura época en la que aun creíamos que llevaban razón los que nos cuestionaban, porque no se atrevían a vivir desde las mismas vísceras que nosotros). A lo que iba, que va la vida y me planta delante esta versión, esta declaración de intenciones que restablece la ilusión necesaria para darle al pasado su merecido agradecimiento y su ¡Vaya con Dios!...Y es que no hay fotos que valgan cuando sólo son una  maniobra de recaudación del fisco de los errores, así que mejor construir la casa desde ahora mismo, desde hoy, desde ya...

¿Qué casa? ¡Qué mas da!  La casa interior es la única que solita es capaz de levantarse una y otra vez, así que se puede instalar en cualquier sitio, es tan agradecida que todo son ventajas. Es esa la única casa capaz de resistir a los bombardeos emocionales, físicos y mentales.  La única que sabe que al otro lado del muro está la vida y que esos muros son sólo trampas mentales, que los límites están en la cabeza, y así (como mi amada Berlín) la casa interior se reconstruye después de los bombardeos:  sobrevive, se diseña y rediseña con la inmensa capacidad de seguir siendo vanguardia de las intención disfrutona  de abrirse un cabaret en el alma para que se disparen los placeres, que para eso están.

¿Qué dura para toda la vida? Nada, ni la vida misma...o todo. Y justo es la intensidad de ese instante en el que el tiempo desaparece el que abre la posibilidad de la eternidad (ya sea en Berlín o en Lisboa, que también tiene miga) Y toda la vida es nada, porque toda la vida no existe, existe esta vida que ahora entra por la ventana plena de luz de septiembre.

Y septiembre es precisamente el depositario de la esencia de esa reconstrucción porque todos nos llenamos de buenas intenciones: dejaremos de fumar, haremos dieta, gimnasio, leeremos más, amaremos más...Y lo de menos es que se cumplan o no, porque sólo esa energía de la intención cambia el mundo, cambia la mirada, cambia el enfoque, cambia lo que parece que nunca cambia y durante un mes somos capaces de empaparnos de ganas de renovarnos...para toda la vida que cabe en el disfrute de reconocer el inmenso potencial de cada uno para inventarse quién es cada mañana. 

Septiembre es una oportunidad de creer, una vez más, que se tiene derecho a construir la casa en la que vivir para toda la vida... Claro está, mientras dure la ilusión de que ésa es la que mejor nos viene en este momento. Pero con la tranquilidad de saber que se puede cambiar de planos al rato y diseñar nuevos cimientos, siempre que sean menos nocivos que los anteriores, y así construir la siguiente y la siguiente y la siguiente,  confiando en que cada día es una ventana posible en la que respirar la eternidad.

¡Feliz septiembre!


1 comentario:

  1. Me encanta septiembre... porque nace de la fuerza del verano para construir todo lo bueno... y de las fotos del verano...

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