jueves, 23 de mayo de 2013

Los grandes amores...

Existe una rara cuestión que salta a la palestra, como un resorte, en la necesidad clasificatoria (como si estuviéramos jugando una rara liga) de darle lugar o prioridad a unas épocas de la vida sobre otras. 

Me parece a mí que todas son importante porque nos han traído donde estamos, nos han enseñado algo o mucho y nos han regalado dias de vino, rosas, felicidad, tristeza, y hasta nacimientos. 

También me parece a mí que supone un desagradecimiento vital negar que existieron, sepultarlas y fingir que nunca nos encumbraron a lo más alto de nosotros mismos. 

Me parece, igualmente, que los grandes amores siempre son eternos mientras duran, y todos tienen ese matiz de grande porque, de no ser así, no los habríamos elegido como terreno de juego para experimentar la vida. 

Me parece, a su vez,  que no es necesario hacer leña de los árboles caídos, aunque esos árboles tengan cien mil millones de veces más capacidad de regenerarse, crearse y reinventarse, pero no, no es necesario que a quien fue nuestro "gran amor" haya que denigrarlo publicamente, humillarlo intimamente y menospreciarlo comparativamente. Somos lo que somos gracias a lo que hemos vivido. 

La capacidad de olvido es un mecanismo de supervivencia que nos permite seguir avanzando en esta vida, es así. Desde hace poco tiempo, tanto un gran amigo terapeuta como mis Maestras, me han mostrado, demostrado y contrastado que sólo se pueden cerrar las páginas desde la gratitud a quien estuvo a nuestro lado, y a la vida por permitirnos el tiempo de la felicidad compartida y la infelicidad que tanto nos enseñó. No hay otra: o se agradece o es que no se han cerrado las puertas de manera correcta y por esas mismas puertas se puede colar cualquier cosa...

En ello estoy, cerrando páginas del pasado desde la gratitud...aunque duela. El último gran paso fue Córdoba, y lloré después de tantos años porque ese "gran amor" se cerró allí, pero sigue formando parte de quién soy, de quien fuí y de quien seré...existió y fue bello...se acabó, pero no por eso dejó de ser bello.

No sé si quiero tener una capacidad de olvido tal que pueda cerrar páginas sin dolor y sin hablar, porque quizá eso querría decir que no me importó vivirlo, que no aprendí nada y que paso por la vida sin que me importe un pito quien está a mi lado, que mi implicación con el mundo se instala en mi ombligo y que no soy capaz de sentir...No, no sé si quiero, la verdad... El caso es que debe ser muy cómodo, pero prefiero amar lo que viví, aprenderlo, agradecerlo y construir el presente para que pueda confiar en que en el futuro habré olvidado lo que dolía y me quedaré con lo mejor de cada época, de cada gran amor...y han sido algunos: diversos, intensos y maravillosos...y los que están por llegar...y los que respiran cada día a través de una capacidad intrínseca de cada cual para enamorarse de la vida, de los amigos, de los paisajes y de la belleza de gentes que se asoman a dibujarle una sonrisa al día...aunque haya un océano por medio...


1 comentario:

  1. Agradecemos tu paseo por Córdoba, quienes hemos tenido la suerte de compartirte, de disfrutarte.
    Que todas tus reconciliaciones sean igual de bellas, aprovechando el paso para dejarnos un sinfín de paz y buenas prácticas.
    Un abrazo

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