viernes, 18 de enero de 2013

Pensando...

Una vuelta y otra vuelta.
Gira el tiovivo y vuelve al mismo sitio, muestra la mismas caras, la caseta de venta de entradas, el puesto de algodón de al lado...la misma calle.
Gira la mente sobre su propio eje, dirección ninguna parte, ninguna.
Revivir sólo sirve para resentir...y no puede salir nada ni bueno, ni nuevo de ese mecanismo absurdo.
Pero a la mente le gusta masticar, le gusta hacer gimnasia y llenarlo todo de su presencia. 
Le gusta hacerse la importante, la imprescindible, la intrigante...así que intenta apropiarse de los momentos, ponerles nombre, diseccionarlos y arrancarlos de su esencia para colgarselos de medalla. 

A la mente en el fondo no le va la marcha, porque se le escapa el control ante lo nuevo y opta por quedarse calentita en un brasero minúsculo en lugar de tomar el sol al desnudo sobre la hierba. No se despeina, y si lo hace es para medir el efecto en el resto de los humanos, le importa mucho ser admirada y escuchada (aunque a quien más le gusta escucharse es a ella misma). Pero no, el pensamiento por sí sólo no va a ningún sitio. Otra cosa es que sea la primera pieza de una sucesión y que dirija en la misma dirección lo que se siente y lo que se hace...¡ahí sí!

Como decía una amiga "es que me das una idea y le saco brillo"...no es de mucha utilidad una idea brillante sino va acompañada de algo más, a veces amor, a veces sentimiento, a veces acción...a veces simplemente dar un paso, aunque sólo sea uno, en la dirección que nos marque el deseo de nuestra esencia de ser un poco más felices que ayer.

Pensando y girando sobre lo mismo, una y otra vez y otra y otra... hasta acabar con el mareo propio de la  inercia, muertos en vida mientras lo que amamos, lo que sentimos, lo que de verdad importa se nos escapa por cobardía. Y es que el miedo es el alimento favorito del pensamiento repetitivo, mastica y mastica, hasta lo saborea... pero su digestión es tan pesada...que encuentra cualquier justificación para quedarse inmóvil y no cambiar nada..."no estoy tan mal" acaba diciendo y se come una dosis enorme de zona de confort, luego eructa una proclama bellísima contra alguien o algo, y se va a la cama a esperar que el sueño le traiga, con varita mágica, el número de la lotería que tocará el sábado...por ejemplo.

Pensar, sentir...hacer, pero empezando de la piel hacia dentro, luego en el circulo concéntrico más cercano, luego el siguiente...el mundo luego, luego cuando deje de dar vueltas para no mirar al espejo.

 

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