domingo, 3 de febrero de 2013

Calotipo


Guiña un ojo la primavera
derritiendo el termómetro.
Ella es libre y sabia: 
ha aprendido a pasarse el calendario, 
los límites y los miedos 
por el arco triunfal de la experiencia.

No es inercia hormonal, 
es renovación de las ganas,
chequeo del dni interior 
de caducidad versátil.

Planta la intención una mirada de
 soslayo al filo de una copa,
 el terreno se abona con juego,
¡espera! un momento,
¡ya  está!
ha nacido un escalofrío en la espalda. 

Accionado queda el interruptor
de una sonrisa sostenida,
tempo intermezzo,
el día que se vuelva melodía en mi móvil,
se hará público
y al aire libre
un concierto de latidos.
El telón se rasgará por
 un terremoto indiscreto y delator,
 su onda expansiva
alcanzará los cien kilometros...quizá más.

 Emanan, en paralelo,
barrizales de los periódicos,
brotan imprudentes los actos
de terrorismo cotidiano, 
 demoledores titulares
y asuntos de los emails.
Todo apunta a que el mundo
 se hunde frente a un iceberg.
Stop.

Me paro aquí, disculpenme,
me desnudo los brazos,
 hasta el alma si es preciso,
modelo barro de este deshielo,
y sumergida en él
se descongela el cuarto,
el cuerpo y el deseo.

Ha reventado el reloj en este febrero loco,
hay un bombardeo en el aparcamiento,
giro el contacto,
 arranco por fin.
¿Te subes? Vale
¿Me entiendes? Sí, tú sí.





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