viernes, 12 de octubre de 2012

Luces, cámara, acción...


Entre las muchas cosas que me ha dado tiempo a hacer en mi vida (y las miles que todavía me quedan) tuve la oportunidad de ser la encargada de iluminar un escenario de teatro manejando el cañón de luz. De eso hace muchos años y en aquella compañía de teatro yo hacía de todo y de nada, realmente estaba allí porque sentía un vínculo afectivo que aun conservo con algunos de ellos (con algunos el vínculo fue hasta rocecito y piel, ummmm que gusto) y sobretodo porque después durante años compartí la posibilidad de "contar cuentos" por los pueblos. De "gira" a través de las palabras vivimos situaciones divertidas, y no tanto, pero sobretodo vivimos con la luz puesta para dar un ratito de alegría a niños y no tan niños.
A lo que iba, aquella oportunidad de ser cañonera fue muy divertida, porque tenía que iluminar un desnudo final de una querida amiga y aquel cañón pesaba una barbaridad, pero procuraba que no me temblara el pulso, porque donde pones la luz ahí está la atención.
"Atención please, atención please, atención please" ...así comenzaba otro de los montajes teatrales de aquella compañía...y de eso se trata de saber donde prestar "atención, por favor". 
También he tenido la suerte (a veces no tanta, pero me quedé con los que mejores personas resultaron ser) de conocer a actores, directores, realizadores, escenógrafos, encargados de vestuario, regidores y hasta tramoyistas que hacían posible que se pusiera en marcha una producción, un espectáculo que trataba de llevar al mundo una creación para embellecerlo, sacudirlo, darle una patada al espectador o un lametón en el cuello (de los de tomarse la sal del tequila). Pero las luces del espectáculo siempre me parecieron un elemento fundamental del mismo, la capacidad de dar relevancia a un aspecto sobre otro a través de la luz, y también la posibilidad de crear penumbras. El ritmo que crea la luz es un valor imposible de cuantificar en el resultado final, pero con un peso especifico que creará todo tipo de emociones en el espectador.
La luz frente a la oscuridad. La luz porque siempre amanece. "La lú" (precioso espectáculo infantil de La Sal Teatro). La luz que un día llega y se te planta delante y te dice "nena, tú vales mucho" y enciende un focazo encima de tí, otro encima de tu cama, otro en el pasillo, otro en el coche, otro en la risa de una amiga reencontrada, otro en la piscina en la que nadas, otro en la perspectiva llena de diversidad y de posibilidades que a veces ni sospechamos que existen, otro en la voz de amigos nuevos y que no paran de llegar, otro en la cantidad de casas repartidas por el mundo que acabamos teniendo las personas,... Y es que, aunque realmente el foco siempre lo tuvimos encima... se nos apagó un rato. Hasta que un bendito día llegan nuevos/as cañoneros/as a encenderlo, ON.  Mirada cómplice a una misma en el espejo del camerino, un ojo que se guiña sólo (mejor si nos lo guiñan, y se nos abren los poros del deseo y de la pasión, la de verdad de la buena). Una vez encendida la luz, quedan abiertas las puertas ¡hagan juego, señores  y señoras! porque como decía la Carrá "todo es empezar".
¡Luz, cámara, acción! hala a salir al mundo sin careta, sin oscuridades, sin nada que ocultar, con la conciencia en paz y con la luz bien puesta, porque de repente ya no hay focos que valgan y es que la luz la irradiamos, cada cual la que puede, cuantos menos filtros le pongas más claro el enfoque, más directa la intención, más amplitud en el radio de acción, más atrae y más oscuridad quita ¡A mi la luz apagada no me gusta ni pa f....!


Este post está dedicado a Antonio, Julia, Noe, Cesar, Virginia, Blas, Carlos, Belén, Lua, Nieves y a todas las gentes del teatro que además de crear arte son buenas personas...

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