viernes, 11 de mayo de 2012

El balcón

Mi balcón no debe medir más de cuatro metros cuadrados, pero está orientado al este, así que recibe la primera luz de la mañana y se resguarda del sol de la tarde. Es por eso que las macetas siempre han encontrado -entre sus barrotes- la luz y la temperatura ideales para crecer...eso fue hasta hace aproximadamente un año. Fue entonces cuando dejé de tener como prioridad ver crecer el jazmín, regar el lilo, el rosal, las azaleas y los geranios, o aguardar a que floreciera la dama de noche. Fue entonces cuando mi pequeño vergel se dio cuenta de que la primavera le había dado la espalda. No fue intencionado, se lo he explicado mil veces, pero fue así. Una mañana el teléfono sonó y el resultado de las pruebas médicas inundó el salón, la cocina, el estudio, el dormitorio y hasta las escaleras.
Nada volvió a ser como antes desde aquel día y ellas, mis macetas, se quedaron durante meses esperando que los riegos volviesen a tener un mínimo de continuidad, que las atenciones recobraran la agilidad del pasado. No, nada fue igual y no es justificarme. Aquellos días de miedos, ansiedades, desdenes, dolorosa indiferencia y hasta cierto desprecio por mi situación, tuvieron un espejo en su estado natural. Muchas no aguantaron el embite y languidecieron hasta desaparecer, exactamente igual que lo hizo un amor que no quiso salvarse.
Su sentencia final se dictó cuando me fui al hospital. Bastantes cosas tenía que pedir, bastante ayuda incondicional recibí durante meses para salvarme la vida, como para pedir también que salvaran las de mis pobres plantas que me miraban tras el cristal, sin querer mostrarme su debilidad, pero cada día más mustias. Algunas aguantaron, las más valientes se quedaron conmigo pese a todas las inclemencias climáticas y anímicas. Hasta que hace unos meses me replanté también yo, me quité el nudo de la garganta y la soga del desamor del cuello, aprendí a caminar de nuevo y logré regarlas yo sola. Me miraron con alivio y yo les sonreí. No fue un logro individual, no: habían brotado ya en mi vida amigos nuevos y rebrotado los que sobrevivieron a la amputación, incondicionales que me permiten confiar en que los días traen regalos inesperados, entre ellos quien con sus manos pacientes ha repoblado mi balcón de flores, quien las cuida y las mima, con la misma atención que lo hace conmigo. Nunca es tarde para replantar, para podar, para regar...y nunca sabemos cuantas agradecidas flores nacerán de nuestros pequeños gestos.
Gracias “awela” por tenerme el balcón lleno de colores de nuevo. Gracias a quienes habeis llenado de colores este año que parecía abocado al gris.
Gracias a quien se nos ha ido esta primavera dejándonos tanto enseñado sobre el amor, lo que hay que regar a diario y el saber transitar por la vida hasta el final engalando el mundo con una sonrisa de principio a fin. Gracias Maripaz te dejo aquí tu canción favorita...estés donde estés...gracias

7 comentarios:

  1. Gracias, gracias, gracias por estar en mi vida, por enseñarme a disfrutar cada instante. Por quererme como me quieres. Por... todo, gracias. Muac.

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    1. Gracias a tí amiga, que eres mi pie izquierdo y mi sentido común cuando se me va de excursión. Muuuak

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  2. de mayor quiero ser como tú ahora de pequeña.

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    1. Si soy grande, si alguna vez lo fui y si alguna lo soy...será porque me he cruzado en esta vida con seres bellos que me han dado su amor incondicional y sin juicios...como vos. Muak

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  3. Qué bonito balcón, ahora ya sé en que balcón se inspiró Neruda cuando hizo su "Oda a la rosa azul", un muak muy fuerte de Telma; ahí va este bello poema, que "tu balcón" me ha evocado.
    Caminando hacia el mar
    en la pradera
    -es hoy noviembre-,
    todo ha nacido ya,
    todo tiene estatura,
    ondulación, fragancia.
    Hierba a hierba
    entenderé la tierra,
    paso a paso
    hasta la línea loca
    del océano.
    De pronto una ola
    de aire agita y ondula
    la cebada salvaje:
    salta
    el vuelo de un pájaro
    desde mis pies, el suelo
    lleno de hilos de oro,
    de pétalos sin nombre,
    brilla de pronto como rosa verde,
    se enreda con ortigas que revelan
    su coral enemigo,
    esbeltos tallos, zarzas
    estrelladas,
    diferencia infinita
    de cada vegetal que me saluda
    a veces con un rápido
    centelleo de espinas
    o con la pulsación de su perfume
    fresco, fino y amargo.
    Andando a las espumas
    del Pacífico
    con torpe paso por la baja hierba
    de la primavera escondida,
    parece
    que antes de que la tierra se termine
    cien metros antes del más grande océano
    todo se hizo delirio,
    germinación y canto.
    Las minúsculas hierbas
    se coronaron de oro,
    las plantas de la arena
    dieron rayos morados
    y a cada pequeña hoja de olvido
    llegó una dirección de luna o fuego.
    Cerca del mar, andando,
    en el mes de noviembre,
    entre los matorrales que reciben
    luz, fuego y sal marinas
    hallé una flor azul
    nacida en la durísima pradera.
    De dónde, de qué fondo
    tu rayo azul extraes?
    Tu seda temblorosa
    debajo de la tierra
    se comunica con el mar profundo?
    La levanté en mis manos
    y la miré como si el mar viviera
    en una sola gota,
    como si en el combate
    de la tierra y las aguas
    una flor levantara
    un pequeño estandarte
    de fuego azul. de paz irresistible,
    de indómita pureza.

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    1. Mammmma mia que bellezón de poema! Gracias Telma, gracias mil. Muuuuuuuuuuak

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  4. Decía Luis Cernuda en 'Ocnos' que un andaluz siempre espera la felicidad detrás de un arco y yo creo que, también, un andaluz o una andaluza esperan siempre el amor en un balcón o en un patio. Enhorabuena por tu balcón, Norah.

    Un abrazo de José Luis Ibáñez.

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