La cuesta de enero

En el ambiente se respiran las buenas intenciones. 

Los propósitos individuales marcan los deseos colectivos y de ellos vienen los cambios...o no.

Como cada enero la cuesta de la autodisciplina se nos apresura como meta para dejar de comer, beber, fumar, odiar,...cada cual a lo suyo. Por mi parte he dejado de fumar, no por enero sino porque me puse de limite la sentencia de divorcio...y ya ha llegado (ni un sólo comentario haré para evitarme otra nueva llorera). Dejé de fumar y sé que puedo hacerlo de nuevo, porque ahora si sé las ventajas de hacerlo.

Cuesta enero como un lunes muy grande que dura un mes entero, con todo lo que se proyecta en cada lunes para lo bueno y lo malo. 

Antes  (cuando la economía era una falacia que nos hablaba de que no pasaba nada por vivir por encima de nuestras posibilidades) enero venía acompañado de la ilusión por las rebajas en las que invertir el desasosiego de la infelicidad, con una compra masiva de satisfacciones inmediatas. Pero ya los saldos no son la panacea, sobretodo porque la calidad de vida está instalada en algún rincón del alma que una vez fue visible antes de enterrarlo entre bolsas, compras y ropa. 

Este enero la cuesta se me hace grande porque aun pierdo el equilibrio al subirla. No se trata de gestionar la felicidad sino de aprender a conquistarla, a mí me faltan aun algunos puertos de montaña y flaqueo a veces...sólo las metas cotidianas me sacan de la desesperanza (como al barrendero amigo de Momo).

Eso sí, de esta cuesta de enero estoy aprendiendo valiosas lecciones, una de ellas es que "soy del montón y no estoy de rebajas" que diría Pastora. Otra  que Sabina encontró el amor sin expectativas cuando no lo buscaba y se le instaló en su vida un amor a medida... buscando en las rebajas de enero...¿rozaría la ingenuidad aguardar un amor a medida? Seguramente...¿y qué?