lunes, 23 de enero de 2012

Dias azules para gentes grises

He pasado mucho tiempo mirando al mundo a través de la ventana de mi pequeño estudio, aunque por fin cada día dedico menos rato a este menester. A lo largo de estos últimos años el trozo de tierra y de cielo que tengo frente a los ojos ha sido la estampa más repetida en mi retina, por lo tanto los cambios climatológicos y de estación, se han  convertido en la variable cotidiana que ha decorado los tejados, los árboles, la calle y el horizonte de este micromundo que me toca...
...Y cambia, cambia a diario la "diapositiva" porque -por más estable y fija que queramos mantener la realidad- ese control no nos corresponde. La permanencia asfixia...mientras que el fluir dota de sentido la inmensa capacidad de adaptación y de disfrute que los humanos traemos de serie, por más que la continua queja en la que a veces nos instalamos nos ciegue a la belleza, a la verdadera belleza.
Una de las coletillas más comunes en las relaciones humanas, cuando sentimos la obligación de comunicarnos, es hablar del "tiempo". Una conversación llena de obviedades, pero que nos dice mucho más de quien tenemos en frente de lo que -a priori- podíamos imaginar: que un 22 de diciembre alguien llame nuestra atención para decirnos que hace frío, es un poco absurdo ¿no? sin embargo lo que encierra esa frase es "me gustaría poder hablar contigo de algo, pero no se me ocurre de qué", aunque si esa obviedad se repite con el calor, con la lluvia, con el viento...podemos pensar "esta criatura está siempre en estado de insatisfacción, se ha convertido en víctima de la vida". Luego está la posibilidad de excusar comportamientos y actitudes con el fluctuar del clima "estoy de mal humor por culpa de las nubes". O encontrarnos con esas raras excepciones que dicen "me encanta la lluvia" ó "qué día tan luminoso hace"...y ahí quería yo llegar...no se trata de que todos los días sean azules, se trata de que nosotros no nos volvamos grises.
A lo largo de la vida encontramos seres de colores en situaciones aparentemente grises, pero también al contrario: seres de colorida apariencia pero tan vacíos que intentan comprar el color con la tarjeta de crédito, un intento de llenar sus pozos secos con un fingido "nivel socioeconómico" que les devuelve un espejo permanente de lluvia y neblina para el ánimo...porque las nubes de dentro no se borran con la mera apariencia externa. Opino.
Lo que está claro es que ni la lluvia, ni el viento, ni la nieve, ni el calor, ni el frío...son un estado de ánimo, sino una posibilidad de experimentar la vida en todas sus modalidades...y todas ellas tienen su punto, su belleza escondida, sus ventajas y sus inconvenientes. Es lícito que prefiramos una estación del año a otra (yo soy de primaveras y otoños), es lógico que nos guste más un día azul que uno gris...pero cuando esa incidencia es tan determinante como para condicionar nuestra percepción de la felicidad, cabe preguntarse ¿qué está fallando? Quizá la respuesta es que cuando nos "regalan" la felicidad creemos merecerla sin trabajarnos nada más y cualquier elemento externo puede dar al traste con ella; en cambio cuando nos remangamos a construirla de dentro a fuera, nada va a hacer que se tambalee...y hasta las gotas de lluvia en el cristal se vuelven de una belleza vibrante.
Al fin y al cabo son "Maneras de vivir"....

6 comentarios:

  1. Me encanta esa canción para disfrutarla con el pelo suelto...
    Mazes

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    1. Yo me lo he soltao pa escribir la entrada...me he quitao la coleta y las horquillas y ¡hala! muuuuak

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  2. Siempre tendemos a echar las culpas a algo del exterior que nos hace sentirnos mal. y hay que meterse dentro de uno mismo y buscar donde esta el fallo, seguramente es nuestro.
    La felicidad hay que trabajarsela desde el ser, y buscar en lo cotidiano, en el día a día lo que nos hace feliz, como bien dices puede estar en el más pequeño detalle que pasa desapercibido.
    Una entrada para reflexionar.
    Un saludo.

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  3. Estoy de acuerdo. A mí me gusta la lluvia. Debo de tener algo de sangre celta.

    Un beso de José Luis Ibáñez.

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  4. Desde luego que sí...Esto va a salir bien SI o SI. Cuando me siento así me encantan las nubes, la luz tamizada del otoño húmedo y el frío "granaino" que lo cala todo, menos el ánimo. La belleza (dígase cariño, amor, felicidad,....) no está en los objetos que observas, sino en el espíritu de los ojos con los que miras.....¡Ay! ¡Qué gustirrinin recibir una onda positiva!

    Muchas gracias guapa

    Isamar

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  5. ¡Qué razón tienes! Hay días grises para ver desde la ventana y sentirse en casa, hay días blancos para sentir creccer al vida a tu alrededor, hay días amarillos para dejar el cuerpo y la mente laxos, y hay días ocres para recordar. Pero todos estos días son maravillosos co la cercanía de una buena amiga.

    Te quiero, Uge.

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