lunes, 22 de abril de 2013

Nada que perder...

Mientras la cortina del salón baila al son de abril, avanza la mañana silenciosa y sin prisa. Que digo yo que, con la que está cayendo en el mundo, hacen falta estos respiros para darle sentido a la vida. 

Y es que entre las voces legítimas de las miles, millones de personas, que se han dado ya cuenta de la trampa constante del sistema, está anidando la desesperación, parecen voces en el vacío, ni siquiera los medios dan ya cabida a la reivindicación: ayer una inmensa marea blanca en Madrid, interinos encerrados en la Almudena, la PAH tratando de salvar de la calle a miles de personas y ¿qué es noticia? ¿qué? Boston, Nadal, Alonso...y los "escraches" que son el último recurso al pataleo de quienes empiezan a no tener nada que perder...porque ya se han visto desposeídos de todo, menos de la dignidad. 

Nada hay más al límite que no tener nada que perder, en cualquiera de los sentidos, porque de ahí surge una valentía capaz de cualquier cosa, de tirar de la manta, de todas las mantas, de embarcarse hasta las cejas en temeridades, o de plantarse en jarras delante de un tanque (como en la plaza de Tianamen)... Es peligroso, muy peligroso, hacer perder a alguien todo. Porque, aunque pueda ser la oportunidad de reinventarse, crear, crecer y empezar de cero, también puede ser una  factoría de crear estados de desesperación, de pánico, de ira, de sufrimiento innncesario. Para más falta de respeto los terroristas políticos (que se crían solos y a veces de modo endémico) se atreven a denominar terroristas a los seres humanos que no comulgan con las ruedas de sus molinos que ya se convirtieron en gigantes destructores hace tiempo...demasiado.

Y mientras tanto...hay domingos de amigos, abrazos, risas y complicidad. 
Mientras tanto alguien rechaza hablar de la crisis y mira la calle llena de color, de vidas que se cruzan, se miran y se saludan. 
Mientras tanto las apariencias engañan (o no) y la vida es vida a pequeñas dosis rescatadas por parte de cada cual en su pequeño mundo que crea en una gran suma el Mundo. 
Carente de sentido el macroengaño mundial, los que engordan egos, vanidades, bolsillos y estupidez humana se vuelven sordos ante las demandas de la calle. Torturadores de guante blanco que apelan al sacrifico de no comer de los demás, basándose en no se que extraña ética del cinismo...
Entonces ¿qué nos queda? los respiros de la cortina en el salón, de abril guiñando un ojo en la ventana, del abrazo amigo y de la solidaridad incipiente, repentina, nueva y poderosa de miles de personas capaces de humanizar desde la humanidad (y no desde la política), la conciencia de ser parte del engranaje de un sistema que no es el Sistema, sino una red capaz de devolver la dignidad y por tanto crearla desde dentro. 
No, ya ha quedado claro que no somos una fábrica de personas, sino una creación humana de la oportunidad...cada cual salvando su mundo, se salvará el mundo...pero en esa lucha no hay soledades, jugamos en el mismo equipo que suma y suma y suma y suma seres humanos. 
Revolución imparable ya, nada más peligroso que no tener nada que perder...
Me ha encantado esta película...

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