miércoles, 2 de noviembre de 2011

Cómo hacer para conservar la ingenuidad

La ingenuidad es una de esas virtudes con pros y contras que se nos adjudica de serie cuando nacemos. Quién más y quién menos, por mucho que se vaya de listo, ha pecado de ingenuidad a lo largo de su vida. En algunas ocasiones nos ha hecho darnos de bruces contra una calumnia, una puñalada trapera o un desaire de la vida...pero en otras, en muchas otras, nos ha permitido dejarnos llevar, ignorar algo que nos habría dolido, seguir apostando pese a augurios nada halagüeños, creer a pie juntillas en las buenas intenciones y hasta embarcarnos en pasiones sin medir nada. Como en un documental de animales los espectadores pueden ver al depredador acechar a las ingenuas gacelas que cuando se ven sorprendidas huyen y a veces hasta salvan sus vidas, mientras llega tan crucial momento las gacelas disfrutan apaciblemente de sus vidas sin temor y felices; sólo los espectadores y los tigres están en tensión, las gacelas no.
El precio de la ingenuidad es relativo, porque no siempre hay que estar en alerta (eso desgasta una barbaridad), pero saber protegerse no está de más cuando ya se sabe que no es oro todo lo que reluce.
A medida que cumplimos años y vivencias se va gastando la ingenuidad de serie y no es un bien que se pueda reponer en el super de la esquina. Cuando la vida va creciendo también crecen sus regalos y sus sinsabores, los unos son disfrutados un rato...los otros van creando un poso de desánimo en el fondo de la copa de lo que aun nos queda por beber. Si a eso sumamos la mala prensa de la que goza la ingenuidad a partir de cierta edad, nos damos de bruces con una extraña conjunción que nos relega a un sentido común impuesto carente de ilusiones y demasiado establecido en estrategias de supervivencia basadas en el "por si acaso...".
La negación de la ingenuidad es la resta de la frescura del pensamiento, es la cobardía para emprender caminos nuevos, es perder la capacidad de jugar a vivir, en resumen es envejecer deprisa, con la única recompensa de beber pequeños sorbitos de alegría mirados con lupa. 
Pasan los años y un día nos levantamos creyéndonos más listos por tenerlo todo bajo control, una escarcha helada nos cubre el ánimo: sí todo controlado...pero ¿y la capacidad de sorprendernos? No nos queda más remedio en ese instante que apelar a la ingenuidad de no tener expectativa alguna, de no anticipar las respuestas para permitir a los hados, a la suerte y a la diosa fortuna que nos recuerden que no sabemos nada, que nada es estático, ni eterno y que ser ingenuos nos permite hablar con nuestro/a niño/a interior y dar un paseo por el parque de su mano para encontrarnos, para dejar de sabernos todo.
Quiero confiar en que siempre queda ingenuidad en la despensa, lo que no sé es cómo hacer para conservar la ingenuidad, así que os pido consejo...¿alguna sugerencia?

3 comentarios:

  1. QUIZÁS NO DEBAMOS INTERFERIR EN SU CONSERVACIÓN, PORQUE SI ES CIERTO QUE VIENE DE SERIE, Y QUE ADEMÁS, A CADA CUAL EN SU MEDIDA, Y SI ADEMÁS, LA INGENUIDAD ES ENERGÍA, PUES SE TRANSFORMARÁ, SEGURAMENTE EN SABIDURÍA, QUIZÁS DONDE TENGAMOS QUE INTERVENIR ES EN COMO DISFRUTAR Y SEGUIR DISFRUTANDO CADA VEZ MÁS DE ESA SABIDURÍA, Y NO POR ELLO ES MENOS ILUSIONANTE, PORQUE SIEMPE HABRÁ SORPRESAS, PORQUE A DIFERENCIA DE LA INGENUIDAD, LA SABIDURÍA CRECE, Y SI SE CRECE, TENEMOS MÁS CAPACIDAD PARA DISFRUTAR, MÁS HORIZONTE, MÁS DONDE ELEGIR, Y SI PUEDES ELEGIR ...PUEDES SER MÁS LIBRE.
    NO PIENSES EN AQUELLO QUE SE QUEDA ATRÁS, PORQUE, SI TU QUIERES, ESE ESPACIO SE OCUPARÁ, Y...AH !SORPRESA! QUE SERÁ? COMO MÍNIMO...UNA OPORTUNIDAD PARA MEJORAR.
    MUCHAS ROCAS

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  2. Halaaaaaaaaaaaaa, que pedazo de comentario, gracias por tus sabias palabras. Un abrazo y rocas, muchas rocas

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  3. Creo que la ingenuidad está sobrevalorada. Que no es otra cosa que el testigo de la falta de aprendizaje, lo que va quedando de nuestra ignorancia. Perder la ingenuidad no tiene porqué ser síntoma de la pérdida de la ilusión.
    Una cosa es la ilusión y otra, muy distinta, la ingenuidad.
    La capacidad de ilusionarnos es un estado al que hay que aspirar (porque "no esperamos"....."gozamos" del momento presente). Cuando somos ingenuos realmente estamos "esperando" una respuesta de la que realmente no somos dueños. Damos por sentado que lo que vamos a reconocer como "realidad" tiene que ser obligatoriamente mucho peor que lo que percibimos como idea de "lo que debía ser la realidad".
    Independientemente de todo esto......¿Aspiramos a ser felices?....¿Es que alguien tiene los planos de la ruta del camino de "La Felicidad"?. Pues lo dicho: Cada uno a trazarla con sus propios pasos.

    Un fuerte e ilusionante abrazo...Y, porqué no, todavía ingenuo (en ello estamos)

    Isamar

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