viernes, 14 de octubre de 2011

La dignidad


A lo largo de los 12 años en los que me he dedicado a la docencia no ha faltado ni un sólo curso (haya sido la que haya sido la temática) el cuento que a continuación transcribo resumido:

"En un reino perdido una bella princesa buscaba consorte, entre los candidatos se encontraba un joven plebeyo, que no tenía más riquezas que amor y perseverancia. Cuando le llegó el momento de hablar, dijo: "Princesa, te he amado toda mi vida. Como soy un hombre pobre y no tengo tesoros para darte, te ofrezco mi sacrificio como prueba de amor: estaré cien días sentado bajo tu ventana, sin más alimentos que la lluvia y sin más ropas que las que llevo puestas. Ésa es mi dote"
La princesa, conmovida por semejante gesto de amor, decidió aceptar: "Tendrás tu oportunidad. Si pasas la prueba, me desposarás". Así pasaron las horas y los días.
El pretendiente estuvo sentado, soportando los vientos, la nieve y las noches heladas. Sin pestañear, con la vista fija en el balcón de su amada, el valiente vasallo siguió firme en su empeño, sin desfallecer un momento.
De vez en cuando la cortina de la ventana real dejaba traslucir la esbelta figura de la princesa, la cual, con un noble gesto y una sonrisa, aprobaba la faena. Todo iba a las mil maravillas. Incluso algunos optimistas habían comenzado a planear los festejos.
Al llegar el día noventa y nueve, los pobladores de la zona habían salido a animar al próximo monarca.
Todo era alegría y jolgorio, hasta que de pronto, cuando faltaba una hora para cumplirse el plazo, ante la mirada atónita de los asistentes y la perplejidad de la infanta, el joven se levantó y sin dar explicación alguna, se alejó lentamente del lugar.
Unas semanas después, mientras deambulaba por un solitario camino, un niño de la comarca lo alcanzó y le preguntó intrigado: "¿Qué fue lo que te ocurrió? Estabas a un paso de lograr la meta!
¿por qué perdiste esa oportunidad? ¿por qué te retiraste?.
Y, con profunda consternación y algunas lágrimas mal disimuladas el joven contestó en voz baja -Ella NO me ahorró ni un día de sufrimiento, ni siquiera una hora, Esa mujer no merecía mi amor"


El impacto que este cuento ha causado siempre sobre el alumnado ha sido mucho mayor que todos los contenidos que haya preparado para el curso en cuestión.
La razón es bien sencilla nunca nos han enseñado la diferencia entre el orgullo y la dignidad.
El orgullo es un juego de luchas de poder en el que vemos al de enfrente como un adversario e inevitablemente uno de los dos pierde, sumando con ello una escala de pequeñas venganzas y rencores...y en el que nos jugamos acabar con el alma escayolada.
La dignidad es otra cosa, es la retirada a tiempo del campo de batalla para que no se nos quede la autoestima desangrada, es una protección de nuestra parte vulnerable, es al fin y al cabo amar nuestra propia vida y defender el sagrado territorio de nuestro propio camino, sin herir ni ser heridos.

En estos últimos meses miles de personas de todo el mundo se han lanzado a las calles a defender ese camino vital, "los indignados" recorren ciudades de todo el mundo porque este sistema agresivo se pasa por la entrepierna la dignidad del ser humano en pos de un capitalismo salvaje en el que el dinero manda por encima de los derechos humanos básicos. Algo está cambiando, algo se está fraguando. Quizá al principio este movimiento espontáneo (y a mí eso me parece magistral y admirable) parecía una llamada de atención de una minoría, pero esa minoría cada vez es más grande y más sólida...ya no es tanta minoría.
Quizá estemos presenciando el fin de una era, ojalá sea un germen para que la dignidad humana se respete, aunque ese trabajo empieza por cada cual en su propio ámbito no está de más recordar que un alud puede comenzar con una minúscula piedra que rueda.

Os dejo este tema de Kiko Veneno y Martirio...es lo que tiene el orgullo...te acabas tirando los trastos a la cabeza en lugar de construir en positivo...

4 comentarios:

  1. Así,lúcida.
    Maestra.
    Dege.

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  2. Una maravilla. Gracias por el regalo.Maese

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  3. Como decía el anuncio "No es lo que tengo, es l oque soy" mazes

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  4. Dignidad y esperanza. Sólo en Murcia fuimos 40000 personas.
    Este cuento no lo recordaba.... y llega en el momento justo.
    Un abrazo chillao.

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