viernes, 3 de septiembre de 2010

El médico me ha quitado de opinar...

No se trata de ninguna broma, sino de una conclusión muy sabia que sólo tiene ventajas.

La primera ventaja es que puedo escuchar atentamente lo que me cuentan sin malinterpretar ni una sóla palabra porque (¡por fin!) están en silencio las interferencias de mi parte racional. No tiene precio este regalo que me deja atónita después de tanta rápida conclusión y tanta elaborada solución a ajenos problemas.


La segunda que no tengo que estar pendiente del resultado de mis opiniones. Es todo un lujo esto de quedarme tan pancha viendo la vida pasar. Como en una película estoy aprendiendo a observar los errores propios y ajenos como lo que son: errores, a veces incluso bendiciones camufladas que esconden sabias lecciones que cuando se las mira a los ojos sin rencor, ni justificaciones que las escondan bajo la alfombra, se convierten en magnificas aliadas contra el desaliento.

La tercera es que no me complico la vida con disertaciones, psicoanálisis de mesa camilla, elucubraciones sobre el futuro, ni justificaciones del pasado. Eso me deja dormir tranquilísima, la verdad, porque los conflictos se han reducido tanto que tengo hasta el cutis más relajado, de hecho las arrugas de la frente se me están borrando ¡lo que estoy ahorrando en liposomiales!

La cuarta ventaja es que ya no tengo que perder mi tiempo en juzgar comportamientos, y es que aparcar la toga de jueza de lo cotidiano está siendo liberador, sobretodo ha salido ganando mi parte más canalla que por arte de magia está zanjando cuitas del pasado con deseados y merecidos veredictos de inocencia.

La quinta es que ya no me encuentro de repente superando la frustración en esos raros momentos en que mi deseada opinión se vuelve en mi contra y de repente la persona demandante de mis palabras me hace responsable de sus decisiones, culpable de sus errores, enemiga de sus cambios de opinión o simplemente hacen justo lo contrario de lo que habíamos acordado. Eso si que es liberador ¡uf! porque las palabras a veces se vuelven balas que no sabes a quién acabarán rebotándole, y lo cierto es que yo en eso no tuve suerte porque me rebotaron unas cuántas, de hecho me ilustran unas pocas cicatrices para que no se me olviden.

Hay algunas ventajas más pero me las callo porque son íntimas victorias, claro está que no es fácil, no es naaaaaaaaaaaaaada fácil, por eso me insisto en leerme esta entrada cada mañana para que no se me olvide.

¿Y los inconvenientes? El peor es que las primeras semanas estuve al borde de la úlcera al tragarme tanta tontería, tanta injusticia, tanto inmerecido desdén, tanta prepotencia, tanta manipulación y tanta chulería como destila el mundo. La tarea acaba de comenzar y aun no he llegado al tema dos que será conseguir que no me afecte, pero dado mi carácter pasional, de momento me conformo con practicar esta primera parte y que no me sobresalte a mí misma con un reventón cualquier dia.

¿Que por qué este vídeo? Porque para gustos están los colores, las versiones, las tendencias...pero yo hoy me quedo con lo simple : éste año he pensado tanto que ya no tengo más ganas ¡ea!

5 comentarios:

  1. jajajja, ¿y ahora como vas a hacer para comentar?
    Afectará esta decisión a tus sabios y reconfortantes comentarios en nuestros rinconcitos de escritura?¿
    ojalá que no!!
    salu2

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  2. Jajaja, no te preocupes leamsi que yo sigo en mis trece de sacarle humorcillo a la vida a través de este blog, procuraré que no le afecte. Gracias por tus reconfortantes comentarios. Un beso

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  3. Muy buen consejo, sí señor; pero mejor forma de llevarlo a la práctica
    Que te resbale todo!!
    Un beso enorme

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